A finales de 1800 y el inicio 1900, en Estados Unidos estaba bien definida la gallística. Los emigrantes anglosajones en el transcurso de los siglos anteriores habían traído a nuevas tierras sus aves de combate, y con la prohibición de las peleas de gallos en Inglaterra en el año de 1863-esta vez de forma definitiva, debido a que la ley fue promulgada en 1849-muchas aves, pastores y preparadores migraron a esta tierra prometida. Mike Kearney es un típico ejemplo del criador inglés que fue con todas sus sangres al nuevo mundo, a razón de la prohibición en su madre patria.
La gallística en Estados Unidos era principalmente ejercida en el norte (costa oriente) con gaff corto, la típica arma que se usaba en Inglaterra. En el sur, debido a la influencia francesa, se desarrolló el uso de gaff sureño o largo; y esto ocasionó que se formaran dos diferentes tipos de gallos: los norteños de peso mediano, potentes, anchos de lomo, pegados al piso y con mortal mordida, aptos al arma corta; y los sureños, más pesados para manejar el gaff largo, de vuelo y con menos mordida por ser “cortadores”.
Los gallos que usaban fueron los que a la postre se denominaron Old English Game o Antigua Reñidor Inglés (OEG). A finales de 1800, las estirpes más usadas eran los que son –con algunas excepciones- los colores típicos de los OEG: Whitehackles, Pyle, Blackhackle, Grey Blues y, por supuesto, las cruzas entre ellos. Todos estos gallos eran -y deberían todavía ser- exclusivamente cresta de sierra, cabeza cuadrada. En ese entonces, y hasta hoy, los únicos gallos cresta de chícharo o cabeza redonda eran precisamente Roundhead.
Esta estirpe del OEG fue creada en Inglaterra por medio de la cruza del OEG con los Jap. La palabra Jap usada por los ingleses (tan detallistas) dicen algunos que proviene de la cruza con el Asil, y según otros es definitivamente la abreviación de japoneses, o sea, de la cruza del Shamo. El hecho es que esta estirpe llega a Boston en el año de 1864 por medio de un trío extraviado en el puerto de esta ciudad; el jefe de estibadores, John Harwood, se encarga de ellos, y después de tres meses de espera del propietario compra el trío y lo regala a su amigo Ned Gill, el cual lo bautiza como Boston Roundhead. A su muerte los hereda a John McCoy, un buen criador de Boston, el cual los hizo famosos y apreciados, para que posteriormente W.L. Allen los mejorara.
Sanford Hatch era acaudalado (no rico) corredor de bolsa de Wall Street, que vivía en Long Island, N.Y. El señor Hatch era una exquisita persona, muy reservado, el cual criaba y jugaba por gusto. Hay muchos relatos que narran la magnificencia de este hombre, que casi siempre donaba las ganancias de los gallos. A sus colaboradores: pastores, amarradores, soltadores. Pero su egoísmo o sus ganas de ganar le impedían vender aves o regalarlas, se dice que las únicas aves que salieron de su corral fueron las que le robaron al terminar una jugada y que originaron la estirpe de los denominados Albany; o mejor dicho, Old Albany. Sin embargo, él era amigo de los mejores criadores de esa época y sin duda con ellos sí tuvo intercambios.
Sobre las aves originaron los Hatch hay muchas versiones y ninguna es exhaustiva, la más creíble es la de su fraternal amigo, el juez John Leiper, quien relata que él la obtuvo con criador desconocido de Long Island y probablemente eran de un apareamiento entre un gallo Whitehackle, de Michael Kearney, con gallinas Brown Red.
Sin duda, los cruces y los refrescos se reiteran en el transcurso de los años hasta originar los gallos muy encastados, que fueron ganadores por treinta años seguidos.
Hatch jugaba casi todos los compromisos en el club de Tom Foley, en Troy, N.Y., ubicado a 340 km de su casa (en Long Island). Las aves del señor Hatch eran de dos tipos: patas verdes y patas amarillas, indistintamente con cabezas cuadradas o redondas, aun si las redondas aparecían más en los de patas verdes. Eran gallos colorados, más o menos de intenso a variada tonalidad; en su mayoría pecho negro, salvo algunos de color jengibre en su totalidad. El estilo de juego de estas aves era de piso, estaban perfectamente adaptados al gaff de pulgada y media, que se acostumbraba en el norte; eran extremadamente heridores y se crecían al castigo.
Igual que para todos los criadores del siglo XX, para Hatch las suposiciones son pragmáticas; realizó un sinnúmero de refrescos y nadie sabe o supo -y menos se sabrá- lo que él retuvo y lo que no satisfizo y, por ande, desechó en su oportunidad.
El grupo más selecto de amigos y colaboradores del señor Hatch era formado por su fiel pastor Warren “Red” Freeman, quien anteriormente era entrenador de caballos de carrera y que se quedó con Hatch hasta que fallece. Lo sustituyó Heinie Mathesius, el cual quedó hasta la muerte del señor Hatch (dos pastores en una vida nos habla del señorón que debía ser Hatch).
Su amarrador de confianza fue Fred Stoppel y el soltador que más empleaba era Harry Kearney, hijo de Michel, precisamente el que trajo los mejores Whitehackle a América desde Inglaterra.
Otro personaje muy importante en la vida de Hatch fue su socio silencioso Jim Thompson, más grande de edad que él y poseedor de unas aves coloradas patas verdes, cuya procedencia nunca se supo y, que al ser apareada con las aves de Hatch, producían aves de gran efectividad en la cancha. Fueron socios desde el inicio de los años veinte hasta 1929 o 30, fecha en que muere Thomson. A su muerte Hatch heredó todas sus aves y forma una única familia.
Originalmente las aves Hatch eran Kearney puras Whitehackle Brown Red, las cuales fueron cruzadas entre sí y denominadas patas verdes y patas amarillas, respectivamente. Posteriormente recibieron la sangre Thompson y originaron las mejores aves que tuvo el señor Hatch: muy cortadoras y sumamente finas y era de los más duro ganarles. Sus colores variaban desde un intenso caoba oscuro hasta un colorado claro y en algunos casos pintos.
Estos colores aparecían ya sea en los patas verdes o en los amarillos. Al inicio las aves eran rigurosamente cresta de sierra y cabeza cuadrada. Posteriormente, a la infusión de los Thompson, aparecieron las crestas de chícharo, cabeza redonda. Muy probablemente al señor Hatch no le interesaba mucho el color de patas y el tipo de cresta, debido a que los cruzaba entre sí y obtenía siempre excelentes peleadores. En los 30 años que jugó en el Club de Foley, en Troy, N.J., no le vieron correr un gallo y su récord de victorias nunca fue deficitario.
“Red” Freeman murió en mayo de 1931 y lo sustituyó Heinie Mathesius, mismo que sobrevivió al señor Hatch. Heinie trajo consigo, a Long Island, sus gallos Whitehackle junto con otros, tal vez Gulls, tal vez Lawman o aves del doctor Robinson. Desde entonces, las aves del señor Hatch empesaron a presentar blanco en las alas y cola, hecho nunca hantes visto anteriormente, y alguien dijo que estas aves eran mejor jugadoras que las anteriores, pero muchos sostenían que habían perdido poder y corte. Hatch, ya en ese entonces debía tener más de 70 años y su estricta disciplina se ablandó un poco y permitió cruzas y ventas en su gallera como como nunca antes había acontecido. Las aves de Heinie tenían infusión de Asil y según muchos afectaron a la estirpe original.
Hatch tenía muchos amigos, entre ellos a Thompson, Kaerney, Flaherty, Cassidy y otros más, con los cuales seguramente intercambió aves; pero, a ciencia cierta, nadie supo si hubo o no infusión de estas sangres en las aves Hatch, este secreto se fue con él. Ciertamente consta que probó varias cruzas, pero no se sabe con cuál se quedó y cuál desecho.
E.T. Piper, editor de la revista The Feathered Warrior, cuenta que en 1939, en el transcurso del derby de pollos en Troy, el pastor del señor Hatch le enseño unos, que supuestamente eran cruza de Hatch con Claret y que fueron vendidos al señor Cooke, los cuales jugó en junio siguiente en Ruleville y parece que nadie vio anteriormente gallos tan excelentes.
Dentro de lo que se sabe del señor Hatch nunca preparó, ni amarró, ni soltó un gallo. Pero es muy cierto que conocía cada uno de ellos: su estilo, capacidad, peso y siempre sabía contestar a las preguntas de cualquiera. El señor Hatch fue un gran hombre que criaba y jugaba gallos por afición al deporte; gastó miles de dólares para sus aves y regalaba todo lo que ganaba a sus ayudantes. Los pollos Hatch Claret no los vendió, los regaló a su pastor Heinie, y él a su vez los vendió a Cooke.
Hoy en día, sus aves son todavía la base de modernas líneas de combate; cualquier criador al buscar casta en sus aves usa Hatch. Lo mismo vale para el poder, el corte y, ¿por qué no?… lo bonito, aun si nunca seleccionó en función de la pluma.
Estas aves son especialmente apreciadas en nuestro país por su inmejorable actitud para la navaja de pulgada, muy similar al gaff norteño de pulgada y media. Cuando vea un Hatch revolotear en el aire y jugar a un par de patas del contrario, no se enamore de él… el Hatch no tiene y no debe tener estas características.